La creciente crisis alimentaria mundial: preocupaciones y respuestas anglicanas

7 October 2022

Formación para la elaboración de compost - parte de una iniciativa para fomentar huertas dométicas por parte de las/os anglicanas/os en Papúa Nueva Guinea. Foto: Anglican Missions

“Nos enfrentamos al hambre a una escala sin precedentes, los precios de los alimentos nunca han sido tan altos y millones de vidas y medios de subsistencia penden de un hilo”. António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.

El mundo está retrocediendo en su objetivo de acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas para 2030. Tras permanecer relativamente sin cambios desde 2015, la proporción de personas afectadas por el hambre (desnutrición crónica) se disparó en 2020 y siguió aumentando en 2021, según el último informe de la ONU sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición de junio de 2022. Unos 828 millones de personas se vieron afectadas por el hambre en 2021, 46 millones más que un año antes y 150 millones más que en 2019.

La Alianza Anglicana está cada vez más preocupada por los informes que recibe de todas las partes de la Comunión sobre la creciente crisis alimentaria y ha convocado recientemente una serie de reuniones para evaluar la situación y conectar a las/os anglicanas/os en su esfuerzo por responder. Las convocatorias virtuales reunieron a organizaciones anglicanas asociadas -Alivio y Desarrollo Episcopal, Junta Anglicana de Misiones (Australia), Misiones Anglicanas (Nueva Zelanda), Consejo de Provincias Anglicanas en África (CAPA), Oficina de Alianzas Globales de la Iglesia Episcopal y Cinco Talentos- y a facilitadoras/es regionales de la Alianza Anglicana. Los asistentes compartieron ejemplos de acciones prácticas que las iglesias y las comunidades están llevando a cabo para mitigar el impacto de esta crisis alimentaria mundial, para permitir y animar a otros a hacer lo mismo. Otro resultado clave de la reunión fue la comprensión compartida y el énfasis en la necesidad de abogar por las personas más vulnerables a los impactos de la crisis actual. A estas primeras convocatorias mundiales les seguirán otras regionales con las iglesias.

Antecedentes

Una crisis alimentaria mundial era ya una consecuencia probable de los impactos de la pandemia del Covid-19, el cambio climático y, en algunos lugares, los conflictos o la inestabilidad política. La guerra en Ucrania ha agravado aún más la situación. Se avecina una crisis alimentaria en todo el globo.

Las exportaciones de trigo y aceite de girasol se han detenido desde Ucrania, y las sanciones están limitando las exportaciones de petróleo desde Rusia y de potasa para la producción de fertilizantes desde Rusia y Bielorrusia. Como resultado de todo esto y de la especulación en el mercado mundial, los precios de estas materias primas se han disparado. Los precios de los alimentos están en su punto más alto desde que se empezó a registrar hace 60 años (Índice de Precios de los Alimentos de la ONU). Esta situación traerá la miseria a millones de personas y, con ella, el riesgo de inestabilidad y disturbios en todo el mundo.

En el prefacio del Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias publicado en mayo de 2022, el Secretario General de las Naciones Unidas afirmó que “nos enfrentamos al hambre a una escala sin precedentes, los precios de los alimentos nunca han sido tan altos y millones de vidas y medios de subsistencia penden de un hilo”. António Guterres continuó: “La guerra en Ucrania está amplificando una crisis tridimensional -alimentos, energía y finanzas- con impactos devastadores en las personas, países y economías más vulnerables del mundo. Todo esto llega en un momento en que los países en desarrollo ya están luchando con desafíos en cascada que no son de su propia cosecha: la pandemia de COVID-19, la crisis climática y la insuficiencia de recursos en medio de las persistentes y crecientes desigualdades”.

Experiencias, respuestas y buenas prácticas anglicanas

En las reuniones mundiales de la Alianza Anglicana, los socios regionales de la Alianza y las/os facilitadoras/es discutieron sus experiencias sobre cómo la crisis alimentaria está amenazando e impactando en sus regiones. También compartieron las acciones prácticas que las iglesias ya están llevando a cabo para mitigar estos impactos y las actividades de promoción que están llevando a cabo dentro o fuera de la iglesia.

Impactos

Las organizaciones asociadas informaron de que la crisis afecta a todo el mundo, pero los más vulnerables son los más afectados: por ejemplo, las personas empobrecidas, las marginadas y las que viven en zonas que sufren fenómenos meteorológicos extremos como sequías, ciclones, incendios e inundaciones.

En Oriente Medio, el facilitador regional de la Alianza Anglicana, Joel Kelling, informó de una “enorme crisis inminente, especialmente en Egipto, Líbano y Yemen”. Estos países dependen en gran medida de las importaciones de trigo y aceite de girasol de Ucrania y Rusia. Joel describió cómo, históricamente, en Oriente Medio, muchos gobiernos han subvencionado la harina, para que el pan sea siempre asequible. Sin embargo, esto sólo puede sostenerse mientras esos gobiernos tengan las reservas para absorber los costes asociados. “Es la crisis que está por venir. Cuando golpee, lo hará con mucha fuerza. Jordania y Palestina también se verán afectadas. Podría dar lugar a disturbios políticos”, dijo Joel.

En el Pacífico, los países son bastante autosuficientes, dijo Terry Russell, del Consejo Misionero Anglicano de Australia. No dependen del comercio mundial de cereales, por lo que son más resistentes a los efectos actuales de los precios mundiales de los alimentos y los combustibles. Sin embargo, el cambio climático les está afectando con más cambios de estación que afectan a los tiempos de siembra y cosecha.

En países asiáticos como Sri Lanka, Pakistán e India, la crisis alimentaria se ha convertido en una crisis política. Muchas familias están reduciendo sus comidas a sólo dos al día. En Sri Lanka, todo el país está afectado, pero algunas regiones están más necesitadas.

Aunque África experimenta una escasez perenne de alimentos, la actual crisis mundial ha agravado la situación. Los efectos del cambio climático, como las sequías prolongadas, han reducido la producción de maíz, frijoles, arroz, trigo y tubérculos, que son los alimentos básicos dominantes y fundamentales en la región, exponiendo a millones de hogares pobres a una grave inseguridad alimentaria. La guerra en Ucrania también está repercutiendo en la vida cotidiana de millones de personas, ya que la interrupción de las cadenas de suministro mundiales ha provocado un aumento significativo de los precios del trigo, el aceite de cocina y los fertilizantes.

“Quiero destacar el impacto que la sequía ha tenido en algunas partes de África Oriental”, dijo Vanessa Pizer, Directora de Iniciativas de Resiliencia Climática de Episcopal Relief & Development. “Esto se suma al hecho de que Tanzania, Kenia y otros países del Cuerno de África importan trigo e insumos de Europa del Este. Lo que estamos escuchando de múltiples diócesis es que la situación es muy difícil, pero que se pondrá muy mal en unos meses durante la época de vacas flacas.”

Respuestas

Las personas que participaron en las convocatorias virtuales compartieron ejemplos de acciones prácticas que las iglesias y las comunidades de sus contextos están llevando a cabo para mitigar el impacto de la crisis alimentaria mundial.

Los programas de alimentación escolar en las escuelas anglicanas de Sri Lanka, Kenia y Zimbabue están ayudando a combatir la desnutrición infantil durante la sequía y la crisis actual.

Mientras las familias de Sri Lanka racionan las comidas, la Iglesia Anglicana colabora con Christian Aid para hacer llegar una comida caliente al día a los niños de las escuelas y guarderías anglicanas. La Iglesia también está promoviendo el cultivo de huertos domésticos tanto en entornos rurales como urbanos mediante seminarios web y formaciones presenciales. Los terrenos de la iglesia se están utilizando para proyectos piloto de cultivo de yuca como alternativa a los productos importados.

Lydia Anyango en su granja de Nyanza, Kenia. “La mayoría de los agricultores están plantando cultivos resistentes a la sequía y variedades de maduración temprana para que podamos tener alimentos incluso durante las temporadas en las que llueve poco”. Foto: Anglican Development Services.

En el Caribe y África, es muy necesario reorientar a las comunidades para que acepten y utilicen los alimentos disponibles localmente, vuelvan a los cultivos tradicionales más adecuados a las condiciones locales y reduzcan la dependencia de los cultivos y alimentos importados. Por ejemplo, en los últimos tiempos, los cultivos tradicionales de pequeños cereales, como el sorgo y el mijo, que toleran la sequía, han sido sustituidos por cultivos como el maíz, que necesitan buenas lluvias para crecer bien. Es necesario educar a la gente sobre el valor nutricional de los alimentos tradicionales y locales y cómo utilizarlos. Esto es más fácil que introducir nuevos alimentos. Por ejemplo, los pastores de ovejas no comen pescado, aunque estén cerca de un lago con muchos peces.

Huerta doméstica

En Papúa Nueva Guinea, las comunidades recurren a cultivos de crecimiento rápido, como la batata, en lugar de los de temporada más larga, como el taro. También están utilizando pequeños espacios para huertos de traspatio para la producción tradicional de alimentos locales con el apoyo de institutos de investigación y departamentos de agricultura.

La Iglesia Anglicana de la Polinesia está invirtiendo en el apoyo a los medios de subsistencia y en huertos comunitarios en terrenos de la iglesia. En los huertos comunitarios se introducen variedades de cultivos resistentes y se proporcionan herramientas comunitarias.

Algunas ONG de Oriente Medio que trabajan en campos de refugiados han introducido la hidroponía y la acuaponía para que la gente en situación de refugio pueda cultivar frutas y verduras en pequeños jardines y espacios a pesar de las condiciones de aridez.

Las iglesias de Myanmar, Filipinas y Tanzania utilizan los bancos de grano y semillas a nivel parroquial y comunitario para amalgamar y almacenar los granos durante la cosecha para su uso y venta durante el período de escasez y para mantener las semillas seguras para la siembra en la próxima temporada.

Almacén de grano, Tanzania. Diócesis de Tanganica Central.

Las reservas y el apoyo mutuo creados por los grupos de ahorro proporcionan un puente para acompañar a las personas en tiempos de emergencia, aumentando su resistencia a las crisis.  Los grupos de ahorro también constituyen un mecanismo útil para distribuir transferencias de efectivo tanto al grupo como a otras personas necesitadas de la comunidad, así como para hacer llegar la información a la gente.

Defensa de los derechos (Advocacy)

Las organizaciones asociadas que respondieron al llamamiento hicieron hincapié en la necesidad de abogar por los más vulnerables a los efectos de la crisis alimentaria mundial.

Anglican Missions in the Pacific está haciendo campaña frente al gobierno neozelandés para aumentar la ayuda al desarrollo.

En Sri Lanka, la Iglesia Anglicana pide al gobierno que dé prioridad a los alimentos y asigne presupuesto. También aboga dentro de la iglesia por fomentar huertos domésticos tanto en contextos rurales como urbanos, incluyendo el uso de terrenos de la iglesia para ellos.

En África, las iglesias piden subvenciones para los programas de alimentación escolar, que son fundamentales para prevenir la desnutrición infantil. También es necesaria una alimentación complementaria para las/os niñas/os menores de 23 meses que corren el riesgo de sufrir retraso en el crecimiento y emaciación.

“Siempre que sea posible, el largo plazo es nuestra prioridad (el sustento sostenible)”, dijo Naba Gurung, Coordinador de Respuesta Humanitaria del Fondo Mundial de Ayuda y Desarrollo del Primado de la Iglesia de Canadá. “Pero con esta crisis en la que mueren niños y animales, se necesitan intervenciones que salven vidas”.

¿Ahora dónde?

La crisis alimentaria mundial seguirá afectando a la vida cotidiana de millones de personas en un futuro próximo y es probable que también modifique significativamente el panorama político local y mundial.  Como cuestión de desigualdad, injusticia y pobreza, y con su interconexión con la emergencia climática, la crisis alimentaria es una preocupación importante para la Alianza Anglicana, con su papel de conectar, equipar e inspirar a la familia anglicana global para trabajar por un mundo libre de pobreza e injusticia y para salvaguardar la creación.

En el futuro, la Alianza Anglicana tratará de:

  • Proporcionar recursos tanto para la acción práctica como para la defensa, al igual que hicimos con la respuesta a Covid-19
  • Acoger el aprendizaje global y regional requiere compartir las mejores prácticas y la acción de promoción
  • Crear un centro de recursos en nuestro sitio web
  • Preparar estudios bíblicos
  • Proporcionar apoyo a la defensa dentro de la iglesia, así como a los gobiernos nacionales y a los foros mundiales.

“A medida que la crisis alimentaria mundial se profundiza, mientras los graves fenómenos meteorológicos y el conflicto aumentan los impactos de la guerra en Ucrania, doy gracias por la Comunión Anglicana por la experiencia que tienen las diferentes iglesias, ya sea por la acción práctica para mejorar la seguridad alimentaria o por su pasión por la justicia que las lleva a la defensa de los derechos”, dijo Janice Proud, Directora de Resiliencia y Respuesta a Desastres de la Alianza Anglicana. “A través de estas acciones prácticas y de promoción, la iglesia local está dando esperanza a sus comunidades, pero también puede inspirar a otra iglesia a adaptar esta acción en su contexto, y así se transmite la luz de Cristo”.