El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró COVID-19 una pandemia. La pandemia está teniendo consecuencias catastróficas en todo el mundo. En todas partes, el virus y las medidas para contener su propagación están afectando no solo la salud física de las personas, sino también sus medios de vida, la seguridad alimentaria, la educación, las relaciones personales y con el medio ambiente y la salud mental. Las economías, los sistemas de salud, los sistemas educativos y otras estructuras de la sociedad están sometidos a una gran presión. Nadie está inmune a la pandemia, pero las personas que ya eran pobres, vulnerables o marginadas se ven más afectadas. En este momento, las desigualdades existentes han sido expuestas y exacerbadas.
Las iglesias en todas las partes de la Comunión Anglicana se han visto afectadas de alguna manera, con edificios de iglesias cerrados, reuniones restringidas, líderes que enfrentan desafíos profundos, los rendimientos de las iglesias y el clero afectados. E incluso en la Comunión, las iglesias respondieron a la crisis de COVID-19 con coraje y compasión. Continúan en oración, adaptando constantemente los estándares de adoración a las nuevas circunstancias. Siguen siendo una presencia comprometida, amorosa y activa en sus comunidades, incluso en el confinamiento: orando, consolando, informando, conectando, alimentando a las/os hambrientas/os y afirmando la esperanza del evangelio. Las/os cristianas/os se están reuniendo como el Cuerpo de Cristo, respondiendo como Iglesia de Dios al Mundo de Dios.
¿Cómo están respondiendo las iglesias de toda la Comunión a la COVID-19? Lea nuestro informe aquí: Construyendo Esperanza Juntos – Respuestas de la Comunión Anglicana a la Pandemia de la COVID-19
