Iglesia Episcopal de El Salvador: reconstruyendo esperanza en comunidades después del trauma

6 August 2017

Paulo Ueti, Obispo David y el equipo visitan la plantación de teca, resultado del proyecto

La semana pasada Anglican Alliance visitó la Diocese Episcopal de El Salvador para aprender más sobre su misión e actividades de desarrollo. En todas las partes de la Comunión, Anglican Alliance busca comprender modelos locales de misión holística/integral, los cuales puedan ser compartidos para inspiración unas/os de otras/os y para el aprendizaje. En esta nota, la Rev. Rachel Carnegie, Co-Directora Ejecutiva y Paulo Ueti, Facilitador Regional para América Latina, reflexionan sobre su visita.


“Es difícil conseguir un trabajo como una mujer mayor”, dijo Silvia. “Este café nos ha ayudado a volver a trabajar y a valorarnos”.

Silvia es una de las seis mujeres que dirigen un café establecido por la Iglesia Episcopal de El Salvador. En nuestra visita estaban practicando nuevas habilidades en la producción de pizza, orgullosamente mostrando su nuevo horno. Los miembros de la comunidad vinieron y se fueron a lo largo de nuestra visita, parando para un aperitivo y una bebida.

Esta comunidad, que forma parte de la Parroquia de San Andrés Apóstol, ubicada en colonia Amatepec del municipio de Soyapango, está poblada en gran parte por personas desplazadas del conflicto armado de El Salvador en los años ochenta. La gente sigue siendo pobre pero esperanzada y la Iglesia con su escuela maternal está en el corazón de la comunidad. Silvia y sus colegas en el café también cocinan refrigerios para los niños de la Escuela San Agustin de Canterbury.

“Es importante que llevemos collares clericales”, dijo el obispo David Alvarado mientras viajábamos por la comunidad. Las pandillas operan aquí.

El trabajo cotidiano de la Iglesia en estas áreas trae esperanza, pero también requiere coraje. Esta es la tierra del arzobispo Oscar Romero, martirizado en 1980 por su trabajo comprometido por la justicia y la paz, que hasta el día de hoy ejerce una poderosa influencia e inspiración.

Silvia fue una de las muchas mujeres que conocimos, cuyas vidas estaban cambiando para mejor. Lejos en una zona rural llamada Cantón El Maizal, conocimos a Gloria, una facilitadora local con la iniciativa comunitaria de la Iglesia Divina Providencia.

Aquí la Iglesia ha construido literalmente una nueva comunidad, para familias desamparadas después del terremoto de 2001. Un total de 30 familias fueron reasentadas en un área de tierra que se ha convertido en un modelo para el enfoque de la iglesia para un desarrollo integro de la comunidad, con el apoyo de Episcopal Relief & Development.

Gloria describió su trabajo: “Como mujeres hemos estado trabajando como una cooperativa. Cuidamos una pequeña plantación de árboles de Moringa y cosechamos sus hojas para venderlas para el té. Tenemos grupos de ahorros aquí y en otras comunidades. También capacitamos a las mujeres en sus derechos, en el desarrollo comunitario, en la agricultura de conservación y en las pequeñas empresas”.

“Es muy importante que mujeres y hombres tengan los mismos derechos, pero en nuestro país hay mucho machismo”.

El obispo David compartió su visión para la comunidad de El Maizal. “Consideramos esto como un modelo, proporcionando vivienda, educación, apoyo a la agricultura, grupos de ahorro y salud preventiva”, dijo. “También se trata de justicia y dignidad. El 33% de los salvadoreños viven por debajo de la línea de pobreza. La seguridad alimentaria es un gran problema en nuestro país, pero el principal problema es la falta de educación. 40-50% de las personas de la zona son analfabetas”.

Las tierras de El Maizal incluyen terreno llano y accidentado, rocoso. Una tercera parte es cultivada por las 30 familias. El grupo de mujeres también tiene sus propios campos. El ingeniero agrónomo, José Cabezas, también ha estado trabajando con la comunidad para desarrollar bosques productivos en la tierra demasiado empinada para cultivar. Hay un próspero bosque pequeño de teca, moringa y árboles frutales. La Iglesia también tiene un invernadero de especias y hierbas medicinales, tomates y otros cultivos no tradicionales, para fomentar una dieta más diversa. Los cultivos se realizan orgánicamente, evitando pesticidas y semillas GM.

La doctora de la iglesia junto a su equipo, visita la clínica local cada quince días. Y hay una pequeña escuela primaria para los niños y niñas, con sus paredes cubiertas con carteles pintados a mano sobre el medio ambiente.

José también trabaja con jóvenes, con el objetivo de proporcionar habilidades y valores alternativos para ayudarles a evitar las pandillas, que continúa traumatizando a El Salvador, convirtiéndose en el segundo país más violento del mundo después de Siria. José dirige talleres en El Maizal y en otras partes del país, ayudando a los jóvenes en habilidades prácticas para agricultura, conservación ambiental y trabajo en equipo.

La Iglesia aboga por la paz y colabora con organizaciones de paz que se dirigen a los jóvenes tanto en la prevención como en la rehabilitación. El obispo planea que las instalaciones en El Maizal se conviertan en un centro juvenil.

“Para mí siempre es bueno venir aquí”, dijo el obispo. “Este fue mi primer lugar de misión en la iglesia Divina Providencia”.

Hay más planes para un mayor desarrollo, incluyendo la construcción de casas para 30 familias más. La iglesia y la comunidad también apuntan a crear el embalse para el riego, así como iniciar un proyecto de pesca.

El Maizal es una de las cuatro iniciativas comunitarias similares apoyadas por la Iglesia en El Salvador. Actualmente, la Iglesia tiene 18 parroquias, con 8 sacerdotes y algunos ministros laicos, con planes para el crecimiento nacional. “En total tenemos unos 3.000 episcopales, pero apoyamos 3-4 veces ese número”, explica el obispo David. “Podemos ser una de las iglesias más jóvenes y más pequeñas de la Comunión Anglicana”, dijo, “pero juntos podemos crecer en amistad y conexiones”.

Mientras tanto, en el café de la ciudad, Silvia no tiene ninguna duda sobre el poder de estas iniciativas de la iglesia para transformar vidas. “Nos conectamos con la gente que viene a comer, no sólo estamos vendiendo comida, sino que nos tomando tiempo para hablar con la gente, todos pueden cambiar viniendo aquí”.


Por su parte, Paulo Ueti, sobre la visita, dice que “para mí, visitar la diócesis y los proyectos comunitarios es como experimentar la encarnación de Dios en el contexto de El Salvador de una manera desafiadora y liberadora. La misión fue hecha cuerpo y cambió sus vidas, inspira otras personas para hacer lo mismo y desafía aquellas que todavía están buscando como realizar la voluntad de Dios. Yo estoy muy maravillado de como pequeñas iniciativas como el pequeño restaurante puede ser de tanta ayuda para cambiar la vida de las personas involucradas directamente y de la comunidad alrededor. No es solo una cuestión de ganar plata sino cambiar la comunidad.”


Photos:

  1. El Obispo David y el Reverendo local en frente al pequeño restaurante de la Iglesia San Andrés, el Apóstol
  2. Niño de la Escuela Divina Providencia muestra su grillo

Video: El Obispo David Avarado

Por favor, clique abajo para mirar el video de Obispo David Alvarado de El Salvador.